Autor: MTF: Carolina Téllez Estrada
La vulnerabilidad es una realidad que puede analizarse desde varios puntos de vista:
Desde lo jurídico, la vulnerabilidad se refiere a las posibilidades que tenemos de acceder a los beneficios que nos conceden los derechos. Por ejemplo, todos tenemos derecho a la educación o a una vivienda digna, sin embargo, no todas las personas tenemos la misma oportunidad de acceder a esos derechos por condiciones sociales. De esta manera, hablamos de una vulnerabilidad social que el derecho contempla a la hora de tomar decisiones en programas gubernamentales, en las sentencias en los diferentes juicios, etc.
Biológicamente, nuestra mayor vulnerabilidad es la muerte y psicológicamente nuestra vulnerabilidad se construye de acuerdo con nuestra historia personal, siendo así que es algo intrínseco a la persona.
Lo que ha sucedido en nuestra vida, sobre todo en los primeros años, nos ayuda a construir nuestros recursos, fortalezas, creencias, modos de comprender e interpretar el mundo, nuestras acciones y la mayor o menor consciencia de nuestras limitaciones.
Desde el interno de cada uno de nosotros, la vulnerabilidad se experimenta de diferentes formas, para algunos es algo que definitivamente les disgusta porque les hace sentir débiles o que deben defenderse, por lo que encuentran maneras de que nadie note sus vulnerabilidades; otros suelen sentirse más cómodos con ellos y eligen a algunos de su entorno para mostrar su vulnerabilidad, generando redes de apoyo que permiten dar y recibir. Algunos más, pueden sentirse poco cómodos con su vulnerabilidad, pero son muy conscientes de ella, por lo que son muy empáticos, y tratan de alejarse de la vulnerabilidad propia a través de la ayuda de las vulnerabilidades ajenas, se trata pues de personas que apoyan o ayudan, pero que rara vez manifiestan que necesiten algo. Estos son algunos ejemplos, para darnos idea de cómo el ser humano va manejando esta realidad interna.
De vez en cuando, la vida también nos pone frente a situaciones que nos provocan una fragilidad temporal o definitiva, como la pérdida de un trabajo, la muerte de un ser querido, una enfermedad, cambios en el estatus económico, etc. En estas situaciones, se trata de vulnerabilidades impuestas por las adversidades de la vida a la que todos estamos expuestos, y que nos sacan del equilibrio que hemos construido en torno a las vulnerabilidades más o menos permanentes que conocemos de nosotros mismos.
En esos momentos, los recursos que usados en la vida ordinaria resultan insuficientes, inadecuados o hasta contraproducentes. Por ejemplo, alguien que suele protegerse, evitando abordar o pensar en temas que le resultan difíciles, se encontrará empantanado si se auto impone no hablar o pensar en la muerte de su cónyuge o de un familiar. La realidad lo enfrentará una y otra vez a ello, le guste o no, y a mayor resistencia, mayor dificultad de avanzar en el duelo.
Toda esta explicación es para comprender que humanamente hay momentos en la vida que nos sobrepasan temporalmente, que ponen a prueba nuestros recursos y nos obligan a usar nuevas estrategias, pero que en un principio nos hacen estar en una situación de fragilidad que si no manejamos adecuadamente nos puede poner en riesgo.
¿Mayor riesgo que sentirme avasallado por una muerte?: Sí. Podría ser el peligro, por ejemplo, de que en medio de ese dolor alguna persona a nuestro alrededor nos sugiera tomar decisiones que en otros momentos tendríamos la claridad de negarnos a tomar, pero que en esos momentos nuestra necesidad de compañía, consuelo, fortaleza, etc., nos hacen actuar de manera equívoca.
Es esta vulnerabilidad, la que nos pone en riesgo, a la que podríamos llamar crisis, la que debemos mirar con cuidado, y la sugerencia es que en estos momentos no tomemos ninguna decisión importante que después podamos lamentar.
Y como en esta sección del Boletín hemos estado hablando del abuso, se preguntarán ¿Todo esto qué tiene que ver? Pues justamente, cuando el Papa Francisco ha hablado de la prevención del abuso de personas vulnerables, es porque la prevención supone de la formación e información que permitan que minimicemos los riesgos que como personas adultas podemos tener en ciertas circunstancias de nuestra vida.
Sea entonces esta una primera invitación a mirar juntos nuestra vulnerabilidad, cuidar de nosotros y de los que nos rodean, cuando la vida nos ponga en estas circunstancias difíciles, para evitar situaciones de abuso… sea físico, psicológico, mental o espiritual.
Artículo publicado en: Diócesis de San Juan de los Lagos, Boletín de Pastoral 492, junio de 2021, pp. 22-23.