En el artículo anterior hablábamos de ¿qué hacer ante la sospecha de un abuso sexual en un niño, niña o adolescente? Ahora iremos un paso más allá… ¿Qué sucede si soy yo quien ha vivido un abuso sexual?

Esta pregunta, a veces surge cuando hemos estado recibiendo información sobre estas realidades y comenzamos a tomar conciencia de los efectos que puede haber en las personas, y puede resultar inquietante enfrentar la realidad personal por el miedo a remover el pasado.

En ocasiones, las personas lo saben, siempre lo han sabido y han tratado de mantener fuera de su memoria el o los eventos vividos. En otras ocasiones, la persona ha olvidado por completo la experiencia, y de pronto comienza a tener fragmentos de estas memorias o puede ser que incluso de un solo golpe recuerde, y esto sea terriblemente doloroso e impactante.

Sea cual sea tu caso, debes saber primero que nada, que has desarrollado estrategias para sobrevivir, algunas muy positivas y otras negativas, y es importante recibir orientación y ayuda para resolver aquello que te esté obstaculizando la vida y tus relaciones.

En ocasiones, la parte más difícil es cuando tus hijos o sobrinos tienen la edad en la que tú sufriste el abuso y entonces los miedos a que se repita la historia en la siguiente generación se hacen difíciles de manejar. A veces, esto significa que desconfías de tu pareja y temes dejarle a solas con tus hijos. A veces tendrás miedo de la relación entre hermanos o primos. En otras ocasiones, temerás llevarlos al colegio o separarte de ellos angustiándote profundamente. Todo dependerá de cómo haya sido tu propia historia.

Para otras personas, las llamadas memorias invasivas se hacen presentes en el momento de la intimidad y aterrorizan, pero en muchas ocasiones el tema más complicado es la dificultad para poner límites sanos en las relaciones y los temas de confianza sana.

Puede ser que permitas todo o te defiendas intensamente sin necesidad; puede ser que confíes a ciegas en quienes no deberías o no puedas confiar en nadie.

Hay personas que arrastran la vergüenza y la culpa hasta la vida adulta. Hay quienes han tratado de enfrentar a sus agresores en la vida adulta y sus familias les han dado la espalda acusándolas de querer destruir a la familia. Algunas familias presionan para que cuentes por qué no asistes a ciertas reuniones o por qué mantienes tan malas relaciones con algún integrante de la familia generando todavía más sufrimiento.

Como verás, cada caso es único y no es sencillo detectar qué reacciones pueden estar ligadas al abuso que sufriste y sin embargo, están presentes y has convivido con ellas de manera consciente o inconsciente.

La realidad es que es posible sanar. Es posible volver a sentirte pleno y a mejorar tus relaciones, pero siendo adulto, es muy importante que te des la oportunidad. Nadie podrá obligarte a ello ni sería de ninguna utilidad, pues es algo que necesitas querer revisar para dejarlo atrás.

Lo que puedo aportarte desde aquí es que como haya sucedido, TU NO TUVISTE LA CULPA, MERECES QUE TE CREAN y MERECES SER FELIZ.

No importa cuántos años hayan pasado, ni las dificultades que estés teniendo, puedes encontrar la manera de superar y resolver algunas creencias, maneras de relacionarte, significados y formas de protegerte de manera adecuada si todavía estás en contacto con tu agresor.

Requiere tiempo, paciencia y valor, y el acompañamiento de un profesionista que conozca del tema y sepa que bajo ninguna teoría has sido responsable de los actos recibidos.

Por ello, te invitamos a buscar ayuda, a atreverte a contar tu historia y ayudar a tu niño o niña interior a salir del lugar en el que se quedó a causa del abuso, a honrar su valor para seguir adelante y para darle todo el apoyo, confianza y amor que merece… porque la verdad, tú también te lo mereces.

Por: Lic. Carolina Téllez Estrada

Especialista en Protección de Menores