El papel de los Laicos en la prevención del abuso sexual en nuestra Iglesia diocesana

Caminando hacia la Cultura del Buen Trato en Nuestra Diócesis de San Juan de los Lagos

En este pequeño artículo, queremos reconocer a los laicos, ellos y ellas, que se han comprometido con el Evangelio en nuestra Iglesia Diocesana y que, siguiendo el ejemplo del Beato Anacleto Gonzáles Flores, laico mártir (1888-1927), siguen entregando generosamente su vida para que nuestra Iglesia sea fiel a Cristo y vaya por el camino recto buscando la santidad.

Ante la realidad de crisis que se vive actualmente en la Iglesia, todos los bautizados estamos llamados a comprometernos activamente para seguir con su misión evangelizadora. Somos conscientes de que la crisis ha generado en algunos la pérdida de fe y la disminución de confianza en la Iglesia, así como desánimo en algunos sectores de la sociedad.

Es importante no cerrar los ojos ante estos problemas, que han generado dolor, desconcierto y falta de credibilidad, por ejemplo: los abusos de poder por parte de algunos agentes de la pastoral: sacerdotes, seminaristas, religiosos y laicos; el clericalismo y los abusos sexuales.

Reconocemos que nuestra Diócesis de San Juan de los Lagos no está exenta de estas problemáticas, sin embargo, afirmamos con humildad que se está trabajando para contrarrestar esas situaciones, así como en prevenir y al mismo tiempo proteger a los más vulnerables. Uno de los esfuerzos concretos ha sido la creación de la Comisión Diocesana para la Protección de los Menores, el 8 de diciembre de 2016 y el ir agrupando, durante este tiempo, a personas de fe, profesionales, laicos, religiosas y sacerdotes para la atención de las personas lastimadas por los abusos.

Ante la realidad de los abusos en la Iglesia y en la sociedad ¿Qué podemos hacer los laicos?, ¿Cómo debemos actuar? La respuesta puede ser simple y complicada a la vez, ya que genera cierto compromiso y responsabilidad al actuar, te proponemos cinco actitudes:

Primero: generar una cultura de buen trato desde nuestros hogares, brindando atención, cuidado y seguridad a los más pequeños.

Segundo: no cerrar los ojos ante el abuso de poder y de conciencia que se vive dentro de nuestros hogares, barrios, escuelas y grupos parroquiales, haciendo lo que nos toca para no fomentarlo y fortalecerlo.

Tercero: hacer conciencia de nuestra fragilidad humana, que nos puede llevar a flaquear en nuestra manera de comportarnos, dejar el suelo y crear o fomentar un ambiente tóxico de autoritarismo.

Cuarto: fomentar la cultura de la denuncia ante cualquier tipo de abuso, haciendo realidad lo que nos pide el Papa Francisco: no callar, no encubrir y no subestimar ninguna situación.

Quinto: ser solidarios con quien se equivoca, no ocultando el hecho sino más bien siendo parte de la solución, colocándonos del lado de la víctima, acudiendo a la autoridad correspondiente para que se detenga el abuso y no vuelva a repetirse, ejercitando nuestro profetismo bautismal.

Recordemos que promover una cultura de la prevención de los abusos nos corresponde a todas las personas, tanto en los ambientes de Iglesia como en los sociales. El Pbro. Dr. Daniel Portillo Treviso, director del CEPROME (Centro de investigación y formación interdisciplinar para la Protección del Menor) nos indica cómo debe ser la “prevención” que estamos llamados a realizar en los ambientes eclesiales: “una prevención como práctica habitual de la Iglesia, (que) no es mero protocolo de seguridad, sino una cultura y una espiritualidad que permea todas las acciones pastorales”[1]. No sólo nos hace una invitación, sino que pretende mover nuestra conciencia, compromiso y responsabilidad hacia el cuidado de los menores y personas vulnerables que forman parte de las comunidades de nuestra Diócesis.

Los laicos necesitamos ver a nuestra Iglesia con esperanza, comprometiéndonos activamente con amor en el servicio a todos, cuidando especialmente a los pequeños, como lo hacía Jesús, para que nuestra fe se renueve y florezca con mayor fuerza después de esta crisis que hoy nos toca vivir. No perdamos de vista que las crisis son etapas de la vida y que dependerá de nosotros si se quedan o se superan.

Para ello es importante que los laicos seamos verbos activos dentro de nuestra Iglesia Diocesana y no sustantivos quietos en ella, necesitamos actuar no sólo con reverencias sino con hechos que sigan ayudando a la construcción de una sociedad comprometida con su fe y que, a ejemplo del Beato Anacleto González Flores, patrono de los laicos de México, que vivió por Dios y por la Patria, sigamos con un corazón ardiente trabajando por el bien de todos, especialmente de nuestros niños, niñas, adolescentes y personas vulnerables, generando para ellos ambientes seguros y protegidos ante situaciones complejas.

Artículo publicado en: Diócesis de San Juan de los Lagos, Boletín de Pastoral 483, septiembre de 2020, pp. 23-24.


[1]Portillo Treviso, D. Tolerancia Cero. Estudio Interdisciplinar sobre la Prevención de los Abusos en la Iglesia, CDMX 2019, PPC, pág. 209.  

Te dejamos a continuación los enlaces para que revises los otros temas que hemos preparado para que juntos caminemos hacia una Cultura del Buen Trato: